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Normal cara sud, III (55 m)

El Moro (o Montcau, o Roca de Migdia), Montserrat


L'últim dia Montserrat em va posar a puesto. Ni ella ni jo teníem un bon dia però tampoc ni ella ni jo teníem el que s'havia de tenir. I així, sense més, acabem tirats per Sant Jeroni i ens decidim a repetir la que es considera primera escalada del massís.
Ascensió extrema i delicada, exposada i llarga, només a l'abast dels més valents i experimentats. Deixo el relat de com ho van veure el 1851 i una ressenya actualitzada que reflecteix la magnitud de l'aventura avui en dia...


Diari de Barcelona, 24 de setembre de 1851.
»Las personas que se hallaban ayer en las montañas de Montserrat presenciaron una escena que les llenó de asombro. Desde la ermita de San Jerónimo, en cuyo punto se hallaban reunidas algunas famílias de Barcelona, vieron aparecer dos objetos móviles sobre uno de los picos cónicos y aislados, cuya altura es mayor que la de la mas elevada torre de esta capital. Creyóse de pronto que serian algunas aves de rapiña de las que tienen sus nidos en aquellos inaccesibles sitios, pero quedaron aterrados cuando con el ausilio d'un anteojo se convencieron de que aquellos objetos eran dos hombres. Los habitantes de la montaña aseguraron ser cosa imposible y que ningun ser humano había subido hasta allí. Mucho tardaron en convencerse de la realidad, porque verdaderamente pensaba el considerar como habian podido ganar la cumbre d'un agudo pico, que tendrá unas trescientas varas de elevación, cortadas por todos lados gairebé perpendicularmente. Que habian llegado hasta ella era cosa indudadble; empero, todos los que presenciaron este espectáculo creyeron que dificilmente podrian emprender el descenso sin ser víctimas de alguna desgracia; peligro inminente que comprenderá cualesquiera que conozca las escabrosidades de Montserrat. Los animos se afligieron y muchos rogaron a la Virgen protectora de la montaña por la vida de aquellos dos hombres. Se les vió a poco rato darse un estrecho abrazo, y empezaron a bajar sin valerse de cuerdas, agarrándose únicamente de los salientes de las piedras. No creemos que pueda hacerse una escensión mas difícil y espuesta. Sin embargo la realizaron con toda felicidad. Cuantas personas presenciaron su arrojo se acercaron a saludarles deseando saber sus nombres. Se llaman D. José Pujol y D. Francisco López Fabra. Se ignora el motivo que les impulsó a tan temeraria empresa. No falta quien piadosamente indicara que tal vez seria el cumplimiento de algun voto, contraido en medio de los peligros de grandes viajes. El primero de ellos ha hecho ya treinta y nueve espediciones a América, y va a emprender la cuarenta; el segundo se halla de regreso d'una espedición por toda Europa y hace un mes se halló en una ascensión análoga en el Mont Blanch y al gran San Bernardo. Ambos aseguraron que desde aquella elevación habian disfrutado d'un panorama pintoresco d'una gran parte del Principado, y que para hacer una espedición arriesgada y gozar d'una de las mas estensas y admirables vistas del mundo no era preciso salir de España. Verdaderamente la montaña de Montserrat no tiene rival en el mundo y debe ser considerada como la perla de Cataluña.»


Ressenya:


La perla

Normal cara sud, III (55 m)

El Moro (o Montcau, o Roca de Migdia), Montserrat


L'últim dia Montserrat em va posar a puesto. Ni ella ni jo teníem un bon dia però tampoc ni ella ni jo teníem el que s'havia de tenir. I així, sense més, acabem tirats per Sant Jeroni i ens decidim a repetir la que es considera primera escalada del massís.
Ascensió extrema i delicada, exposada i llarga, només a l'abast dels més valents i experimentats. Deixo el relat de com ho van veure el 1851 i una ressenya actualitzada que reflecteix la magnitud de l'aventura avui en dia...


Diari de Barcelona, 24 de setembre de 1851.
»Las personas que se hallaban ayer en las montañas de Montserrat presenciaron una escena que les llenó de asombro. Desde la ermita de San Jerónimo, en cuyo punto se hallaban reunidas algunas famílias de Barcelona, vieron aparecer dos objetos móviles sobre uno de los picos cónicos y aislados, cuya altura es mayor que la de la mas elevada torre de esta capital. Creyóse de pronto que serian algunas aves de rapiña de las que tienen sus nidos en aquellos inaccesibles sitios, pero quedaron aterrados cuando con el ausilio d'un anteojo se convencieron de que aquellos objetos eran dos hombres. Los habitantes de la montaña aseguraron ser cosa imposible y que ningun ser humano había subido hasta allí. Mucho tardaron en convencerse de la realidad, porque verdaderamente pensaba el considerar como habian podido ganar la cumbre d'un agudo pico, que tendrá unas trescientas varas de elevación, cortadas por todos lados gairebé perpendicularmente. Que habian llegado hasta ella era cosa indudadble; empero, todos los que presenciaron este espectáculo creyeron que dificilmente podrian emprender el descenso sin ser víctimas de alguna desgracia; peligro inminente que comprenderá cualesquiera que conozca las escabrosidades de Montserrat. Los animos se afligieron y muchos rogaron a la Virgen protectora de la montaña por la vida de aquellos dos hombres. Se les vió a poco rato darse un estrecho abrazo, y empezaron a bajar sin valerse de cuerdas, agarrándose únicamente de los salientes de las piedras. No creemos que pueda hacerse una escensión mas difícil y espuesta. Sin embargo la realizaron con toda felicidad. Cuantas personas presenciaron su arrojo se acercaron a saludarles deseando saber sus nombres. Se llaman D. José Pujol y D. Francisco López Fabra. Se ignora el motivo que les impulsó a tan temeraria empresa. No falta quien piadosamente indicara que tal vez seria el cumplimiento de algun voto, contraido en medio de los peligros de grandes viajes. El primero de ellos ha hecho ya treinta y nueve espediciones a América, y va a emprender la cuarenta; el segundo se halla de regreso d'una espedición por toda Europa y hace un mes se halló en una ascensión análoga en el Mont Blanch y al gran San Bernardo. Ambos aseguraron que desde aquella elevación habian disfrutado d'un panorama pintoresco d'una gran parte del Principado, y que para hacer una espedición arriesgada y gozar d'una de las mas estensas y admirables vistas del mundo no era preciso salir de España. Verdaderamente la montaña de Montserrat no tiene rival en el mundo y debe ser considerada como la perla de Cataluña.»


Ressenya:


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